Incesantemente orad. En todas las circunstancias dad gracias. Los tesalonicenses no desconocían (véase sobre 1:6) el “gozo inefable y lleno de gloria” (1 P. 1:8), el “gran gozo” que resultó de la encarnación de Cristo y la redención obrada mediante su cruz. No obstante, debido a las persecuciones del exterior y los disturbios internos, existía el peligro (hablando humanamente, por supuesto) que este gozo pudiera desaparecer. De ahí que Pablo, que experimentó vez tras vez el gozo en medio de las persecuciones
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